Contextualización del castigo físico como modo de dominio y control en la historia de las civilizaciones.
La práctica del castigo físico entre los seres humanos acompaña la historia de las civilizaciones, generalmente vinculada a los procesos judiciales, como forma de punición a los que infringían las leyes; como manera de dominio sobre siervos y esclavos; como expresión de la preponderancia del hombre sobre la mujer; y como modo correctivo en la crianza de los niños en las familias y en el sistema educativo. La misma estaba presente en las culturas antiguas como China, Grecia, Roma, Egipto y el Reino de Israel.
El castigo corporal estuvo además relacionado a las cosmovisiones religiosas, por lo tanto, incorporado al ejercicio ritual, particularmente en occidente en la edad media, donde la flagelación y autoflagelación eran modos de disciplina y autodisciplina. En el siglo XVI los castigos corporales a partir de sentencias judiciales fueron, en algunas sociedades, convertidos en espectáculos públicos. En muchos de los casos las víctimas eran consideradas como carentes de autonomía sobre sus propios cuerpos o no se les atribuía un completo valor humano.
Los altos grados de violencia que se dieron alrededor del proceso de la revolución francesa, fueron contemporáneos, como es bien sabido, de una muy profunda reflexión teórica que sentó las bases de la modernidad, en la que no estuvo ausente el asunto del castigo físico a los que infringían la ley, a las mujeres y a los niños. La prédica del filósofo inglés John Locke fue determinante para que legisladores polacos prohibieran el castigo físico en Polonia en 1783.
Durante el siglo XIX en Europa y América del Norte el uso del castigo físico disminuyó. En el viejo continente en particular, el mismo fue prohibido por la mayoría de los estados, si bien en la práctica estaba lejos de desaparecer.
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