Para profundizar sobre las causas y consecuencias de la delincuencia juvenil, La Nación abordó a la defensora pública penal adolescente; la directora del Centro de Víctimas del Ministerio Público, Karina Pérez; y al director de Derechos Humanos de la Secretaría de la Niñez y la Adolescencia (SNNA), Édgar Vázquez, quienes coincidieron que la familia es el “eje” para lograr que un adolescente que cometió un hecho punible pueda reeducarse y salir del mundo de la delincuencia, así como la educación, otra pieza clave.
El mejor camino es trabajar con la familia del adolescente, ya que ésta es la base para lograr que el menor salga de la situación en la que se encuentra por haber cometido algún delito, a criterio de la defensora pública penal adolescente, Jenny Santander.
No caben dudas de que la educación es una pieza clave para “reeducar” a un menor que cometió un hecho punible, sobre todo considerando que la mayoría de los adolescentes nunca fue al colegio o solo alcanzaron el segundo o tercer grado de la escuela; por tanto, el bajo nivel educativo es un común denominador en los menores procesados.
La directora del Centro de Atención a Víctimas del Ministerio Público, Karen Pérez, manifestó a La que “la falta de comunicación con los padres y el medio en el que viven influyen considerablemente en los adolescentes infractores. Los adolescentes argumentan que no son escuchados”.
Por su parte, el director de Derechos Humanos de la cartera estatal, Édgar Vázquez, explicó que luego del incendio de la cárcel de Panchito López se elaboró una política penal adolescente que ya fue aprobada por el Consejo de la Niñez y la Adolescencia, y que en los próximos días se dará a conocer a la opinión pública.
(La Nación – 27 de agosto de 2016).