En esta época del año, con los niños y jóvenes de vacaciones es cuando uno descubre el escaso, si no nulo, esfuerzo de las municipalidades en el plano cultural y en las ofertas de servicios que incluyan actividades de esparcimiento. Porque las intendencias que, se supone, tienen una dirección de Cultura, deberían ofrecer durante todo el año cursos de danza, música, teatro, bibliotecas, y contar con sus elencos artísticos.
A precio simbólico o gratuitamente, los niños deberían acceder a la posibilidad de aprender a ejecutar algún instrumento, bailar, a practicar fútbol y hasta a recibir refuerzo educativo. En la actualidad, en lugar de ampliarse este tipo de propuestas, se reducen o directamente desaparecen.
Las posibilidades de inclusión de niños de cualquier clase social a actividades como las señaladas se redujeron. Solo las familias más pudientes pueden pagar cursos extracurriculares para los niños y adolescentes en instituciones privadas. Salvo la Municipalidad de Asunción, la mayoría de las otras comunas relegaron o terminaron con estas, y no cuentan con una agenda cultural y mucho menos con programas sociales.
Tienen que prever espacios públicos para que se junten las personas de la tercera edad, para los niños y jóvenes. Deben generar actividades culturales y disponer de centros para atender a la población marginada y en situación de vulnerabilidad. Por medio de alianzas con el sector privado e instituciones del Gobierno central, todo es posible, si colocan en el centro de sus acciones a las personas. La falta de infraestructura o de presupuesto no es una excusa.
(Última hora, Susana Oviedo – 21 de diciembre de 2016).