La movilización de un grupo de ciudadanos indignados tras el fallecimiento de una niña de 10 años, a quien no fue posible proveer de una ambulancia en el centro de salud de Nueva Italia por hallarse con desperfectos mecánicos, puso nuevamente de resalto las graves carencias del sistema de salud pública, así como la pésima gestión y la deplorable politización de un servicio básico y vital para la población.
El Ministerio de Salud no tendría que esperar que ocurra primero una trágica muerte y se realice una manifestación de protesta para intervenir un establecimiento sanitario sobre el cual ya existían reiteradas denuncias con respecto a su precario funcionamiento y su arbitrario manejo.
La muerte de la niña Rosalía Cantero, de 10 años de edad, quien tras sentir fuertes dolores de cabeza en su clase de danzas, el sábado último, fue llevada hasta la Unidad de Salud de la Familia (USF) Ampliada de la ciudad de Nueva Italia, donde según los familiares no había médicos de guardia ni equipos apropiados para socorrerla, por lo cual los familiares dispusieron su traslado en taxi a otro hospital sin ningún acompañamiento de profesional médico ni equipo correspondiente. La pequeña falleció por el camino, presuntamente a causa de un aneurisma cerebral.
En el proceso se han comprobado varias falencias, entre ellas que no había ningún médico de guardia, solo estaban licenciadas en obstetricia. Tampoco se pidió otra ambulancia al Servicio de Emergencia Médica Extrahospitalaria (SEME). Simplemente, se la dejó librada a su suerte.
El intendente de Nueva Italia, Osvaldo Krause, asegura que la precariedad del centro de salud se arrastra «desde hace 20 años» y que los cargos ocupados «son todos puestos políticos, no son idóneos».
La situación ocurrida en Nueva Italia es la misma que se registra en la mayoría de los puestos de salud y hospitales de gran parte del país.
(Última Hora, Editorial – 16 de marzo de 2017).